viernes, 30 de junio de 2017

Día 31. Junio 30. Faltan 97 días.


Hoy fue día de aniversario. Hace cinco años Ángela y yo nos casamos después de haber convivido en Buenos Aires, en Cota y en Ibagué durante tres años y algo más. Creo que nunca estuve tan seguro de algo en mi vida. La propuesta de matrimonio no fue romántica, no hubo mariachis, ni flores, ni arrodillada, ni nada de lo típico de estos acontecimientos. De hecho, todavía le debo el anillo de compromiso a Ángela. La propuesta surgió de una conversación en la que muy sensatamente descubrimos que lo único que nos faltaba para completar nuestra vida juntos era casarnos. Sonará frío y vacío, pero no, en realidad a partir de allí empezamos a construir una ilusión con los pies muy sobre la tierra que nos ha permitido edificar nuestra vida como pareja, como equipo, como compañeros, como esposos y como amantes en donde el reto es acostarse con la certeza de que al día siguiente seguiremos de la mano a pesar de las adversidades y comprendiendo que somos tan diferentes y tan iguales, que solo podremos descubrir nuestras coincidencias y nuestras diferencias en el día a día.

Y nuestro matrimonio y nuestra vida juntos no es más que el backstage de la llegada del pequeño Felipe al mundo. Felipe no fue planeado en estricto sentido. Simplemente lo estuvimos esperando con amor y con ansiedad. Queríamos un hijo, pero nunca nos presionamos para tenerlo, ni nos pusimos tiempos ni fechas. Simplemente esperamos a que se diera y se dio. Y sin duda, el día que supimos que Ángela estaba embarazada, fue uno de los días más lindos de nuestra vida juntos. La noticia llegó en un buen momento, estábamos preparados y felices, y poco a poco el universo fue confabulando para que Pipe llegara al mundo sin angustias y con todo dispuesto para que no le faltara nada. Mi padre había fallecido ocho meses antes de que nos enteraramos de la venida de Felipe al mundo. Y siempre he sentido un halo protector de mi papá con respecto del pequeño Felipe. Para mí es místicamente claro que el ángel de la guarda de Pipe es mi papá. Es como si él, mi padre, se hubiera ido del mundo para gestionar el arribo de Felipe. Así lo siento y si bien mi mística no es precisamente religiosa, creo en la espiritualidad y en la intangibilidad del alma, creo en las energías y en la trascendencia y sobre todo, creo en mi papá como esa fuerza sobrenatural que guía mi camino y que protege a Felipe. Mi fe no es religiosa, pero sí es mística.

En este día de aniversario Felipe amaneció especialmente contento. Durmió toda la noche y cuando entré a su cuarto para ver si todavía estaba durmiendo a las seis y media de la mañana me recibió con una sonrisa resplandeciente y con el tetero acabado en la mano para que le diera otro. La alistada hoy también fue relajada, sin prisa, pero tratando de no llegar tarde al jardín. Aprovechamos el desayuno para que el pequeño Felipe conversara con Ángela y a las ocho en punto lo estaba dejando con su profe.

Yo regresé y compartí el día con Nicolás y con su novia que se quedaron en el estudio y les ganó el sueño viendo películas hasta tarde. Se despertaron a eso de las nueve y estuvimos conversando un rato. Siempre es lindo saber a Nicolás en la casa. Me alegra la vida tenerlo cerca, porque además ahora esos momentos son contados. Los niños demandan el tiempo de sus padres, pero cuando crecen, es uno el que les ruega aunque sea una tarde para saber cómo están y qué esperan de la vida.

A las cuatro y media de la tarde recogí al pequeño Felipe. Fui en el coche aprovechando que la tarde estaba soleada y que a él le gustan los paseos desde el jardín hasta la casa. Cuando entré al jardín y me vio, salió corriendo para abrazarme y subirse al coche. Algo atípico, porque siempre he tenido que esperar a que deje de jugar y sale a regañadientes porque está contento en el jardín. Hoy fue distinto. Como si supiera que es viernes, solo quería salir rápido para su casa. Llegó al apartamento y saludó a su "nanu" que ya se alistaba para salir. Tienen una relación especial con su hermano. Felipe sabe que "nanu" es diferente de las demás personas en su vida, que con él tiene una conexión especial y que la irá descubriendo a medida que la vida les vaya dando espacios para compartir.

El pequeño Felipe llegó cansado. Escasamente usó el tiempo en casa para revisar las cosas de su baúl y para ojear un libro que estaba allí en el fondo. A las seis me recibió la comida y a las siete ya estaba empiyamado y en la cuna esperando el tetero para dormirse. Presiento que tendrá una buena noche. Ha estado sanito y relajado, lo que le permite dormir sin sobresaltos.

Pasar este aniversario lejos de Ángela es duro. Yo no soy el más detallista, pero justamente por eso es que Ángela hace que estos días sean especiales porque ella sí lo es. Entonces su ausencia se nota más. Ya me ha prometido que vamos a celebrar este aniversario cuando nos encontremos de nuevo con todas las celebraciones que estas fechas nos dejen pendientes. Espero con ansia que así sea.

Bueno, está culminando otra semana. Esta, bastante tranquila por cierto. Me gusta que los días pasen así, serenos, en línea recta para cumplir el plazo.

Gracias por su lectura cada noche, cada día. Siento su compañía y apoyo y me hacen el camino más bondadoso porque percibo las buenas vibras de su energía. Gracias de verdad. Feliz noche.


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