lunes, 12 de junio de 2017

Día 13. Junio 12.


El pequeño Felipe se despertó hoy a las 6:30 am en punto. No hizo ruido alguno, pero de todas maneras entré a su habitación para ver si ya se había despertado. Cuando abrí la puerta me miró desde las barandas de su cuna y me regaló una sonrisa que me iluminó todo el día. Amaneció de buen ánimo, contento, como si supiera que una nueva semana ha empezado y que este tiempo nos está llevando a algo importante para los tres.

La rutina de alistamiento para ir al jardín no tuvo mayor novedad. Lo bañé, lo vestí, le di el desayuno y le puse su delantal y la chaqueta. Con la chaqueta él ya sabe que es momento de salir y se para en la puerta esperando a que yo abra. Si me demoro un poco, como hoy, me dice "mamo" que en su idioma quiere decir "vamos". Y nos fuimos. Lo dejé en el jardín al filo de las ocho sin mayor novedad. Se quedó muy tranquilo, relajado, contento.

Regresé a la casa y estuve hablando con Ángela un rato. Le conté que el pequeño Felipe suele repasar las fotos que hay en la casa de ella y dice a cada una "mamá". La tiene presente. Sabe exactamente quién es. Retiene su rostro y el amor que le tiene. El pequeño Felipe sabe que este es un mientras tanto que tendrá un final con el anhelado reencuentro con su mamá. La directora del jardín me ha dicho que le hable y le explique a Pipe cuál es la situación que estamos viviendo y qué va a pasar. Yo lo hago todas las noches mientras le doy la comida o mientras lo empiyamo. Y genuinamente creo que me entiende.

El día hoy se me fue en hacer cuentas. Sumas y restas, estirando el presupuesto al límite para sobrevivir sin estrecheces y para organizar todo lo que implica desprenderse de bienes para visualizar la nueva vida de la que poco conocemos. Suponer es el verbo más conjugado desde que se nos presentó esta oportunidad. Tiene encanto, mucho, porque es un recomenzar. Pero también llena de angustia e incertidumbre, porque no alcanzamos a ponderar qué tan alto es el riesgo. Me hace falta Ángela para estas tareas. Ella siempre fue la gerente de la casa, la que hacía las planeaciones, los presupuestos, la balanza de pérdidas y ganancias y hasta me daba la mesada. Tengo que aprender a hacer estos ejercicios para no padecer escasez. También lavé la ropa del bebé y titulé un par de artículos que tengo que escribir.

Debo reconocer que estoy corto de inspiración, que las palabras no me fluyen más allá de este diario y que muchas veces la espera y la expectativa me están superando. Sin embargo, no estoy generando ansiedad o angustia por eso. Simplemente procuro ocuparme en otras cosas, trato de hablar con personas que son valiosas para mí y con quienes había perdido el contacto con el ánimo de dejar el hilo de afecto antes de que nos vayamos. Siempre he pensado que las amistades se deben conservar así sea con una simple señal de vez en cuando, para que esa persona que apreciamos sepa que se mantiene vigente en nuestros afectos. Y esto lo he tratado de hacer en estos días. La inspiración ya llegará, no se puede forzar ni obligar. Cuando se hace, cuando la inspiración se fuerza, se nota. Los textos son destemplados, sin alma, tediosos y pesados. Como cuando a uno lo obligan a hacer algo.

Pasé por el pequeño Felipe al filo de las cinco de la tarde. Seguía risueño y lo encontré jugando. Le pidió una bomba a su profesora. Una bomba de inflar. Le encantan. Le parece increíble que algo con ese volumen tenga ese peso. Llegamos a la casa y pronto me pidió galletas y jugo. Tenía hambre. A las seis y media le di la comida que le enviaron del colegio. Suficiente y bien cocinada, variada y balanceada. Justo lo que él necesita para cenar y dormir llenito. Se comió todo.

El ritual de la empiyamada es complicado porque el pequeño Felipe se activa tremendamente. Quema toda la energía que le queda en la batería. Pero yo lo debo empiyamar pronto, especialmente hoy que está haciendo un frío infame en Bogotá. Entonces debo detenerlo y someterlo pero sin brusquedad. Que no se sienta agredido. No es fácil, porque le debo hacer fuerza y él se siente atrapado. Entonces yo disfrazo ese sometimiento de juego y se lo traga a medias. No le gusta, pero finalmente se deja cambiar. De a poco y prenda por prenda, pero se deja cambiar.

Pipe se durmió hace un rato. Este fue un día especialmente tranquilo, llano, sin mayor novedad. Estos días me gustan porque me dan una sensación de serenidad en la espera de lo que viene. Pipe está bien, ha asimilado con tranquilidad la ausencia de su mamá pero la mantiene vigente en su corazón. Eso es lo importante.

Bueno, esto es todo por hoy. Leeré algunas páginas esta noche para ver si vuelve la inspiración. Muchas gracias por seguir acá. Feliz noche. Nos vemos mañana.




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