lunes, 26 de junio de 2017

Día 27. Junio 26.


Pasó otra noche crítica que ya les conté. El día fluyó mucho mejor. Pipe se levantó tranquilo, renovado y sonriente después de esa fiesta súbita que armó en la madrugada.

Yo me desperté a las siete de la mañana y él media hora más tarde. En la mañana el pequeño Felipe aprovechó el rocío del pasto para mojarse los pies. Le encanta sentir la humedad en los pies. Es un gusto raro, pero le fascina sentir ese contacto de los pies con el agua que yo debo secar con rapidez para que no se enferme. A las nueve lo bañé y lo vestí para estar de regreso a Bogotá a las diez pasadas y así evitar los trancones del retorno de puente festivo.

Mi mamá se despidió del pequeño Felipe y se quedó nostálgica. Ya hemos estado tres fines de semana con mi mamá desde que se fue Ángela y el vínculo entre Pipe y ella se ha ido fortaleciendo. Eso es lindo, pero temo que eso hará que a mi mamá le dé más duro nuestra partida. Pero por ahora, aprovechar esos momentos que son muy importantes. Felipe fue el único nieto que no conoció mi papá. Y el hecho de que ahora estemos tanto tiempo en los lugares que permanecía mi papá junto a mi mamá me da la sensación de que Pipe se impregna de su energía porque está en contacto con sus cosas, con sus fotos, con los prados que caminaba y con la mujer que mi padre amaba. Siento que eso vincula al pequeño Felipe con mi padre, la persona que más he admirado en todo el Universo.

Llegamos al apartamento poco antes de la hora del almuerzo y aprovechamos el tiempo para conversar un rato con Ángela. Como en ese momento no tenía celular, no pude perseguir a Pipe con la cámara para que su mamá lo pudiera ver, entonces tenía que narrar lo que iba haciendo para que Ángela se lo pudiera imaginar.

Pedimos almuerzo y comió bien. Pensé que iba a dormir la siesta, porque solo durmió el trayecto en el carro que no pasó de cuarenta minutos, pero no, estuvo bien despierto toda la tarde. Entonces preferí entretenerlo para acostarlo a las seis y que, por fin, duerma toda la noche. Estuvo pintando, jugando con sus "caos" y a las cinco le di la comida. A las seis y media estaba durmiendo, justo después de la colmena feliz.

Este fin de semana si sentí la nostalgia y la falta que le hace Ángela a Felipe. Se quebró varias veces y varias veces llamó a su mamá. Otra vez la virtualidad le fue insuficiente y extrañó el abrazo, el beso y los mimos de la mamá. Mañana estará otra vez en el jardín y quizás la rutina le aplaque toda esta melancolía que está sintiendo. En estos momentos es cuando siento el peso del sacrificio y lo insuficiente que es mi presencia. A Pipe le hace falta la mamá, es un hecho, pero también es un hecho que el tiempo está pasando generosamente para permitirnos estar juntos otra vez. Necesitamos una paciencia infinita y comprender que este es el precio que debemos pagar por las ventajas que nos puede brindar la vida que nos espera, especialmente para el pequeño Felipe, que podrá comprender que el mundo es mucho más que un pedazo de tierra, mucho más que un idioma y mucho más que una bandera. Ya lo entenderá. Y espero que cuando lo entienda y lo valore, pase por este diario para que vea cuánto puso de su parte para que esto fuera posible.

Bueno, la verdad hoy fue un día corto que anduvo por el impulso de una noche difícil. Hoy quiero dormir temprano para que mi cuerpo no me siga pasando la factura. Gracias por leer. Han pasado 27 días y siento que el día cero fue hace unos minutos. El tiempo va pasando.

Feliz noche.


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