miércoles, 21 de junio de 2017

Día 22. Junio 21.


Anoche el pequeño Felipe se acostó temprano. Eso me hace suponer que se va a levantar temprano. Pero no a las cuatro de la mañana. Y sí, el pequeño Felipe estaba pidiendo su tetero de la mañana cuando todavía era de noche. Eso quiere decir que no fue un buen despertar para mí y sumado a ya tres noches de insomnio, creo que este texto se está escribiendo solo.

Traté de dejarlo apaciguado en su cuna pero estuvo llorando intermitentemente hasta las seis cuando ya me di por vencido y lo pasé para mi cama. Dejé que se fuera al cuarto de juegos y me quedé desperezándome media hora para ver si mi alma aún tenía ganas de mover ese cuerpo somnoliento. A las 6:30 empecé a alistarlo para bañarlo y antes de las siete se comunicó con su mamá mientras lo terminaba de vestir. A esa hora llegó Doris, que siempre hace la vida de los miércoles más amable porque sé que al menos al final del día, por muy duro que haya sido, la casa va a estar arreglada.

A pesar de que yo estaba muy cansado, mi actitud con Pipe fue de pasividad absoluta. Hoy por ejemplo me di cuenta de que se le quedaron tres chaquetas porque solo al final le entró una de botones. Ha crecido mi pequeño y creo que es hora de renovarle parte de su armario.

Lo llevé al jardín como todos los días, sin novedad. Se quedó contento. El jardín hace parte de su vida cotidiana. Es un espacio necesario para que él progrese en otras habilidades y empatías.

Yo regresé al apartamento con la intención de dormir, pero eso implicaba que Doris no pudiera hacer bien el aseo porque necesariamente tiene que hacer ruido. Entonces hoy dormir tampoco fue una opción pero no quería andar como oligofrénico todo el día babeando como un congresista en sesión anticorrupción. Entonces decidí salir a hacer diligencias. Almorcé con mi hermano Luis y recogí la camioneta que me arreglaron en su taller para venderla.

Regresé en la tarde a la casa y resplandecía. Esto me emocionó porque, aunque agotado, iba a ver las cosas en su lugar, por fin, después de una semana.

Fui a recoger a Pipe al jardín en el coche. No me sentía bien para manejar. En el jardín me dijeron que había dormido poco. Supuse, como era obvio, que esta noche se acostaría temprano. Así fue. A las 7:00 pm ya estaba durmiendo. Espero que duerma toda la noche hasta las seis de mañana, entre otras cosas, porque estoy al borde de un colapso.

Como comprenderán, esta entrada la escribí con la convicción profunda de que alguna vez en mi vida debo terminar lo que empiezo, sin excusas y sin fallas, pero también con un cansancio infinito de cuatro noches mal dormidas. Gracias por seguir leyéndome a pesar de que mis letras se van en picada. Espero levantar este avión antes de que se estrelle, porque si sigo así, el diario mañana será una esquela de Timoteo.

Un abrazo virtual de un hombre que desfallece.

Feliz noche.


No hay comentarios:

Publicar un comentario