sábado, 10 de junio de 2017

Día 11. Junio 10.


Segundo fin de semana. Ya le vamos cogiendo el tiro a esta dinámica padre - hijo, acomodándonos, asumiendo roles, aceptando la ausencia de Ángela y haciendo las tareas con tranquilidad y paciencia. Insisto, Felipe me está ayudando. Es dócil y atento, entiende mi torpeza para algunas cosas y me hace la vida más fácil.

Esta mañana nos alistamos para salir de nuevo hacia donde mi mamá. Este plan me garantiza que el pequeño Felipe va a estar entretenido, que va a ver, tocar y sentir animales con los que usualmente no interactúa y que mi mamá va a estar embelesada con su nieto más chiquito, el menor de todos. Esta vez me demoré menos en alistar la pañalera y la maleta y salimos al filo de las nueve. El tráfico desde mi casa hasta la finca de mi mamá fue tortuoso, trancado y como suele ser con los conductores en Bogotá, agresivo. Pipe no se durmió sino cuando ya estábamos llegando. Pero se lo tomó sin rollo. Disfrutó el paisaje nublado y de vez en cuando me iba contando lo que iba viendo, "caos", "babaus" y hasta un "mau" se aparecieron en su camino.

Llegamos pasadas las diez a la casa de los abuelos. Mi mamá estaba esperando en la puerta y recibió al pequeño Felipe con un abrazo que él supo corresponder con una sonrisa. La relación entre mi mamá y Pipe también se ha fortalecido en estos días. El pequeño Felipe no es muy dado a botarle los brazos a todo el mundo. Primero tantea y luego, si percibe que la persona es de su círculo cercano y familiar, se deja cargar, abrazar o besar. Y pocos logran ese grado de confianza con él, porque ha desarrollado un instinto de prevención que yo adoro, porque me da tranquilidad que sea desconfiado y prevenido por su propia seguridad. Si pasa por odioso, no me importa. Es un bebé, tremendamente vulnerable, y si sabe cuidarse desde ahora por mero instinto, adelante, no seré yo quién cohíba su capacidad para repeler a quien no le inspira confianza.

El día fue especialmente tranquilo. Hizo un frío tremendo, entonces, no hubo piscina. No era conveniente exponerlo a una gripa menos con este clima tan variable y traicionero de la Sábana. Sin embargo, Pipe quería ver a la vaca Lola, a los perros y a los gatos y me tomó de la mano para que le diera una vuelta. Y así fue. Paseamos por toda la finca sin llegar hasta donde los sauces en donde reposan las cenizas de su abuelo porque hay un cerro de pasto en un potrero que hace difícil llegar hasta allá. Mañana le pondré las botas pantaneras para atravesarnos ese pastal para conversar con el abuelo, que seguro tendrá muchas cosas que decirle.

El resto del día estuvimos dentro de la casa, aunque encerrados, de todas maneras es mucho más grande que nuestro apartamento. Entonces Pipe tiene espacio para correr, jugar, gritar y pintar. Y así estuvo en la mañana, hasta la hora del almuerzo. Está recuperando todos los nutrientes que perdió con la enfermedad al inicio de semana y está comiendo muy bien. Después del almuerzo prendimos el Skype para que hablara con Ángela. Lo probé en el celular y fue mucho mejor. Con el celular puedo perseguir al pequeño Felipe sin obligarlo a estar estático. Entonces él simplemente actúa con naturalidad y esto fue mucho mejor para conversar con Ángela. De verdad él se divirtió y Ángela lo disfrutó. Jugaron desde la virtualidad, Felipe la sintió más cerca sin ansiedad y sin angustia, jugó libre y sintió la presencia de su mamá de manera genuina. Ya se está soltando con esto de la comunicación virtual que está sirviendo efectivamente para sentir a Ángela cerca, presente y vigente en su vida. Eso nos tranquiliza a Ángela y a mí, porque esta es la mejor manera de que Pipe tenga a su mamá al lado así sea un espejismo sin pensamos en la distancia que nos separa. Pero es un espejismo eficiente para lograr esa conexión vital entre una madre con su bebé. Y esta funcionando.

En la tarde se tomó una siesta larga y se despertó de mal genio. Cuando está de mal genio no sé qué quiere ni cómo se contenta. Entonces opto por dejarlo solo y esperar a que se le pase hasta que él mismo me busca. Me busca bravo, igual, me reclama y me sigue pidiendo cosas que no entiendo. Hasta que finalmente le va cambiando el genio porque se distrae con algo. Esta vez fue con el piano que está en la sala de la casa. Él le sacó unas notas al piano y esto le mejoró el genio. De ahí en adelante fue juego, pintura y sonrisas. Mi mamá jugó a perseguirlo y eso a él le genera una emoción bonita. Es como la angustia de que lo estén persiguiendo pero la tranquilidad de saber que no le va a pasar nada malo. Entonces me buscaba para que yo lo protegiera, y yo me le escondía. Eso le generaba más vértigo y más risa. Y a mi mamá también.

Al filo de la noche llegó mi hermano mayor que es un tipo serio. Pipe le sonrió y mi hermano le correspondió también con una sonrisa. Después de las siete de la noche le di la comida, al rato un tetero y lo empiyamé. Como estamos en casa ajena me tengo que quedar a su lado hasta que se duerma por completo porque se siente extraño en una cama que no sea su cuna. Entonces dio vueltas y verificó varias veces que yo estuviera a su lado hasta que se durmió.

El tiempo va pasando indefectiblemente. El pequeño Felipe y yo nos estamos acostumbrando a la ausencia de su mamá. Aunque por supuesto la extrañamos y nos hace falta somos conscientes de que tenemos que asumir nuestras rutinas y nuestras tareas para seguir en el camino correcto hacia el reencuentro. El tiempo se hace más largo en la espera y si no nos ocupamos se hace insoportablemente largo. Creo que esto lo ha asumido mejor el pequeño Felipe que yo. Yo paré mi vida en seco y me dediqué a vivir para Felipe. Pero él ya está asumiendo sus rutinas con naturalidad mientras yo me limito a llevarlo y a recogerlo del jardín esperando a que pase el tiempo haciendo algunas tareas menores mientras cuento los segundos, los minutos, las horas y los días. Aveces me invade el tedio. Por eso tengo que asumir de nuevo mis actividades y rutina mientras trascurren estos 117 días que aún faltan. Y en eso pensaré mañana con calma para no perder mi productividad y la riqueza del tiempo que es el bien menos renovable de todos y el que sin margen de equivocación se llevará todos los demás bienes cuando extinga nuestra propia vida. Por eso tengo que seguir adelante con la realidad a pesar de la ausencia de Ángela y continuar con las actividades y relaciones que tengo vigentes en mi aquí y en mi ahora. Al futuro todavía le faltan días.

Bueno, estoy acá con pantuflas y una pijama mullidita para hacerle frente a este frío sabanero contándoles las incidencias de hoy. Ha sido una semana variopinta con momentos difíciles y emotivos y mañana se concluye para empezar una nueva, espero que con nuevos bríos y proyectos. Tengo que volver a este presente porque el futuro ya nos llegará al pequeño Felipe y a mí en su momento.

Gracias por estar de nuevo acá, siguiendo esta historia, compartiendo mis sentimientos y los que intuyo del pequeño Felipe. Feliz noche.



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