viernes, 21 de julio de 2017

Día 47. Julio 16. Faltan 81 días.


Domingo. Una semana menos en el camino para encontrarnos de nuevo con Ángela. El pequeño Felipe se despertó a las siete de la mañana. En la noche tuve que recogerlo solo un par de veces del suelo y luego decidió dormirse sobre uno de los cojines de sofá que le subo para rodear la colchoneta y se quedó ahí dormido casi toda la noche.

Fue un amanecer tranquilo. Casi a las siete de la mañana el pequeño Felipe se despertó sonriente y como entendiendo que estaba fuera de su cama se pasó a la colchoneta y se puso a hacer pereza un rato. La mañana estuvo soleada y caliente, aprovechamos para estar al aire libre, para disfrutar el pasto y caminar descalzos. Mi hermano Luis se había quedado con la esposa en la casa de mi mamá y desayunamos todos juntos. Después del desayuno mi mamá me ayudó a bañar al pequeño Felipe. Yo lo baño siempre con un balde y una ponchera porque se me facilita regular la temperatura del agua y que no sienta frío o se queme con el agua muy caliente. Intentamos bañarlo en la ducha pero no funcionó muy bien, precisamente porque no es fácil regular el agua y que salga como a él le gusta. Entonces volvimos a la técnica del balde y por fin lo pudimos bañar.

El pequeño Felipe ya bañado y vestido se puso a pintar en el estudio y a jugar con algunas figuras de madera que tiene mi mamá para adornar la casa. Poco antes del medio día Pipe se quedó dormido. Yo tenía que alistarme porque iba para el matrimonio de mi amiga Magda que se casaba a las tres de la tarde en una hacienda de la Sábana. A la una me empecé a vestir y a arreglar para la ocasión y cuando salí a las dos de la tarde el pequeño Felipe seguía dormido, entonces le di un beso en la frente y salí camino a la celebración. El pequeño Felipe se quedó al cuidado de mi mamá y de la esposa de mi tío.

Yo me fui tranquilo. El pequeño Felipe ya se ha adaptado a la compañía de mi mamá y no resiente mi ausencia ni se entristece si me voy una mañana o una tarde. Pero como no tiene una figura de autoridad que lo controle y lo reprenda, tiende a ponerse necio con mi madre y se la monta. El matrimonio de Magda estuvo precioso. Fue una ceremonia sencilla pero muy emotiva, muy bonita, muy familiar. El esposo es sueco y había invitados de varios países del mundo, por lo cual el lugar era una pequeña y fraterna torre de Babel.

Estuve llamando cada hora para ver cómo iba el pequeño Felipe. Estaba bien, muy activo, y a las ocho y media de la noche, todavía no se había dormido. A las nueve decidí regresarme, porque no sabía que noche iba a tener el pequeño Felipe y quería estar con él, por si había alguna novedad. Llegué a la casa de mi mamá al filo de las diez y Pipe ya estaba dormido. Supuse que al día siguiente, es decir, el lunes, se iba a levantar tarde.

El domingo estuve con el pequeño Felipe solo por la mañana y estuvo tranquilo. Al parecer a mi mamá le dio un poco más de trabajo. Pero mi mamá disfruta el pequeño Felipe, le parece inmensamente tierno y la relación entre ellos dos se ha ido fortaleciendo por la cercanía que tienen ahora cada fin de semana.

El pequeño Felipe ya sabe que ahora es parte de su rutina ir a la casa de mi mamá los fines de semana y lo disfruta, y se ha acostumbrado a la presencia de mi mamá en sus días. Creo que a los dos les va a dar duro cuando nos vayamos. Se van a extrañar.

Sigo tremendamente colgado. Cada vez más. Pero sigue siendo un ejercicio entretenido recordar los días e ir haciendo el balance así ahora esté un poco retrasado. Esta semana me he seguido colgando, pero insisto, este es un ejercicio terapéutico que realizo sin presión. Y seguirá siendo así. Sin embargo, espero alcanzar el día actual pronto, para que la memoria no tenga que hacer un esfuerzo mayúsculo echando para atrás.

Muchas gracias por leerme. Feliz noche.


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