miércoles, 19 de julio de 2017

Día 46. Julio 15. Faltan 82 días.


Este era un día para salir temprano a la casa de los abuelos. Teníamos invitación a desayunar. El pequeño Felipe se despertó muy temprano, a las cinco de la mañana, porque la noche anterior se había acostado temprano. Entonces aprovechamos para tomarnos la mañana con calma y para ir alistándonos para salir sin prisa y sin afanes. Ya pasaron los puentes y supuse que la salida de Bogotá no iba a estar tan complicada. Nos tomamos la mañana con toda la pereza. Al final, terminamos saliendo a las 7:30 am para donde mi mamá.

Contrario a lo esperado y al borde del desespero, el tráfico a la salida de Bogotá estuvo insoportable. Acá todavía creemos que las dobles calzadas son la manifestación máxima del desarrollo vial. No lo son. Y mucho menos para evacuar una ciudad de casi ocho millones de habitantes por su costado noroccidental que lo comunica con medio país. La calle 80 termina en cinco carriles que súbitamente se reducen a dos haciendo un embudo impasable. En resumen, me demoré 40 minutos en un trayecto de no más de cuatro kilómetros, gran parte del tiempo en un puente que pasa sobre el río Bogotá. Nada agradable esperar allí.

Casi a las nueve llegué a donde mi mamá. Afortunadamente el pequeño Felipe había dormido todo el trayecto y no sufrió el trancón. Llegó animado, contento, le encantó ver de nuevo a su abuelita. Llegamos a desayunar y después Pipe me pidió que lo acompañara a dar una vuelta por la finca para ver los "babaus", los "maus" y por supuesto a "Lola", su vaca favorita. Cuando entramos a la piscina Felipe se emocionó y metió los pies, con las medias y los zapatos puestos. Estaba haciendo sol, la mañana estaba cálida, entonces decidí darle gusto y meterme con él un rato. El agua estaba helada, más fría que de costumbre, entonces Pipe decidió abrazarme y nos quedamos en el agua gélida abrazados un rato, soportando el frío y pensando que a la salida el sol nos iba a calentar.

Mis hermanos empezaron a llegar porque en este día celebraríamos los cumpleaños de tres de los ocho hermanos que cumplimos la misma semana. De hecho, cumplo el mismo día con uno de mis hermanos. Menuda puntería la de mis viejos para dejarnos a los últimos tres agrupados por la misma fecha. Al medio día sirvieron el almuerzo, una suculenta lechona que mi mamá compró para celebrarnos el cumpleaños a Luis, a Alejandro y a mí. Los contemporáneos del pequeño Felipe son los bisnietos. Hay tres bisnietos de mis padres que son mayores que el pequeño Felipe, es decir, hijos de mis sobrinos. Y son los de la misma generación de Pipe, con los que puede jugar. De los tres fue la pequeña Luciana, que es hija de mi sobrina Ana Milena. Y Pipe jugó con ella, tocó un poco el piano y se divirtió.

Luego se fueron algunos de mis hermanos y quedamos los suficientes para jugar cartas un rato con mis tíos, quienes todavía están de visita donde mi mamá. Yo jugué un rato, pero venía la hora de darle la cena al pequeño Felipe, de empiyamarlo y de intentar acostarlo. Con las dos primeras no tuve problema, pero Pipe no tenía la más mínima intención de acostarse. Cuando hay visita, cuando ve movimiento y más personas, quiere aguantar hasta el final. Yo tampoco lo quería presionar. El domingo no había necesidad de madrugar porque mi plan era en la tarde y la mañana la podía pasar con él. No habría fútbol. Finalmente se durmió un poco antes de las nueve ya extenuado. Cayó en su colchoneta con el tetero y se quedó profundo. Así terminó un día familiar, lleno de tíos, tías y primos. Se divirtió, se metió a la piscina y tocó piano con su pequeña prima, o mejor, con la hijita de su prima.

El pequeño Felipe disfruta los fines de semana donde la abuela. Le hace bien el campo y la familia, se le pasa rápido el día y goza con los animales que no puede tener en la ciudad.

Esto cada vez está peor. Ahora tengo un día más de rezago y sigo escarbando en mi memoria los días que se me van pasando. Pero seguiré, así colgado, como Nairo Quintana a pesar de las colgadas en cada etapa, llegaré al final.

Muchas gracias por leerme. Ya llegaré a empatar los días como se debe. Gracias por la paciencia. Feliz noche.


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