sábado, 8 de julio de 2017

Día 39. Julio 8. Faltan 89 días.



Hoy fue un día especialmente movido para el pequeño Felipe y para mí. La noche pasó sin que Pipe se despertara y siguió de largo hasta las 6:30 am. Entré a su habitación extrañado porque no se había manifestado con sus llamados mañaneros y lo encontré desperezándose, aún acostado pero con los ojos muy abiertos en esos cinco minutos sagrados que todo ser humano se debe tomar desde que se despierta hasta que se levanta.

Empezamos nuestra jornada para cumplir la cita del desayuno al que nos invitaron las tías de Felipe, las hermanas de Ángela. Llegamos cumplidos a las ocho de la mañana y fue lindo ver a mis concuñados, a los primos de Pipe y a mi suegro, que es un gran tipo. Un buen ser humano, honesto, franco y sencillo como pocos.

El desayuno fue para celebrar mi cumpleaños, que es el próximo martes. Un detalle lindo de la familia de Ángela que nos permitió vernos de nuevo. No nos veíamos desde que se fue Ángela. Compartimos un típico desayuno santafereño: Tamal con chocolate y pan. Estuvimos un par de horas conversando mientras los niños jugaban y pasadas las diez regresamos a la casa para alistar la maleta y la pañalera para salir a la casa de mi mamá.

Nicolás llegó para venir con nosotros. El "nanu" se unió a la visita donde su abuela. El pequeño Felipe durmió todo el trayecto en Morfeo, su carro somnífero.

Llegamos justo para almorzar. Pipe almorzó bien y en el transcurso del día le fueron bajando la cantidad de mocos y la tos a pesar de que el día se fue enfriando notablemente. En la tarde llovió y la piscina quedó descartada. Estuvimos encerrados en la casa toda la tarde pero para él fue divertido porque la casa de los abuelos estaba llena. Estaban tres de mis hermanos, dos con las esposas, mis tíos que viven en Pereira y el "nanu" de Pipe. Todos prestándole atención, jugándole, consintiéndolo, lo que él sabe corresponder muy bien porque es simpático y cálido, aunque aveces se pasa de brusco. Hoy le pegó un mordisco en la pierna a mi mamá, así, espontáneamente y sin avisar. A mí mi lo ha hecho al menos tres veces y es realmente doloroso. Pero es tan tierna la sonrisa que esboza después del mordisco, que el regaño baja a una simple solicitud de que no lo vuelva a hacer.

El día pasó rápido, el pequeño Felipe estuvo entretenido, tranquilo y contento. Antes de que empezara a llover saludó a la vaca Lola y a los "maus" y a los "babaus" que hay en la casa de los abuelos. El contacto con la naturaleza y los animales lo revitaliza, lo pone contento y lo saca del gris de la ciudad que abruma. Acá no solo se le abre el corazón, también los pulmones. Ha funcionado pasar los fines de semana donde mi mamá. Aparte de las dificultades de la dormida porque aún no doy con la fórmula de la comodidad para los dos, el resto ha sido provechoso y reparador para el pequeño Felipe y para mí. Además ha sido lindo compartir este tiempo con mi mamá, que poco a poco se llena de nostalgia porque otro de mis hermanos también se va. Se regresa para Canadá en donde vivió trece años. Regresó a Colombia para intentar montar empresa y entre los impuestos y la corrupción que hay en este país lo aburrieron. Se dio por vencido y regresa el que ahora es su país y que sin duda, lo ha tratado mucho mejor que este. Qué tristeza, pero Colombia no es amable con quienes quieren regresar para hacer Patria. Al final uno no se termina yendo sino huyendo.

Ahora el pequeño Felipe duerme. Acabó toda la carga de sus baterías a eso de las siete y media, cuando ya los demás habían acabado sus actividades. Mientras Pipe sienta que hay juego, charla y gente, le cuesta dormirse. No le gusta perderse nada.

Bueno, hoy pasó un lindo y emotivo día. Estoy muy agradecido con la familia de Ángela por ser tan especiales conmigo. Ahora también son mi famila, como lo son desde que decidí compartir mi vida con esta mujer que hoy nos hace tanta falta y extrañamos.

Una vez más gracias por leerme. Espero que tengan una feliz noche. Nos vemos mañana.


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