domingo, 2 de julio de 2017

Día 33. Julio 2. Faltan 95 días.


Aún no logro calibrar las dormidas con el pequeño Felipe fuera de nuestra casa. La de anoche fue otra noche larga y tortuosa. Volví a la fórmula de juntar camas y fue un perfecto desastre. Pipe puede dormir en su cuna a placer porque en una noche puede dar todos los giros que quiera y sabe que llegó a los límites de la cama porque se estrella con las colchonetas que lo protegen de las barandas. Pero cuando duermo con él, yo soy esas colchonetas. Anoche me cayó encima al menos cuatro veces y lo tenía que acomodar cada vez para poder seguir durmiendo. Pero cuando al fin pude conciliar el sueño, el pequeño Felipe decidió que ya era hora de levantarse. Nuestro día empezó a las cinco de la mañana y yo tenía partido a las siete. Mi mamá se dio cuenta de que mi noche no había sido muy placentera y a las cinco y media llegó con el tintico de la mañana que para mí en ese momento era como un brebaje mágico para poder empezar la jornada.

Faltando un cuarto para las seis me empecé a alistar y a las seis y quince me estaba despidiendo del pequeño Felipe. Se quedó tranquilo, tomándose un tetero en la silla reclinable de mi papá que tiene un efecto narcótico en él. Lo calma y la vista desde allí lo deleita, como deleitaba a mi papá.

El partido se retrasó una hora y regresé a la casa de los abuelos casi a las once de la mañana. Encontré al pequeño Felipe durmiendo plácidamente en la silla en donde lo había dejado. Y aproveché para reponer algo de sueño, porque otra vez estaba al borde del colapso. Me desperté a la media hora y Pipe seguía durmiendo, pero cuando me acerqué para darle un besito en la mejilla abrió los ojos y me sonrió. Se me olvidó la noche que me había hecho pasar.

Inmediatamente me tomó la mano y me dijo "mamo" que quiere decir que nos vamos a dar una vuelta por la finca. La primera escala fue en donde la vaca Lola, que es la vaca más amigable que he conocido. Pipe disfruta acercársele y que ella le pase la trompa por los deditos. No hay nada más enriquecedor para el espíritu de un niño que el contacto con los animales.

Almorzamos tarde, al filo de las dos de la tarde. El pequeño Felipe tiene gripa porque hace una semana le pusieron la vacuna de la influenza y me advirtieron que en estos días tendría un cuadro gripal y así fue. Entonces ha estado decaído y sin mucho apetito. Al menos no tanto como de costumbre. Se comió unas pocas cucharadas, unos sorbos de jugo y nada más. En la tarde le estuve dando fruta que se comió de buena gana, pero claramente no tenía el ímpetu de todos los días.

A las tres y media mis hermanos, que estaban de visita en donde mi mamá, se metieron a la piscina y todos nos fuimos para allá. Yo temí que Felipe también quisiera bañarse, porque no era prudente que con esa gripa se metiera al agua fría. Pero también estaba la opción del jacuzzi, que con agua caliente a chorros, podría ayudar al bebé a despejar todas las flemas que tenía atravesadas desde los pulmones hasta la nariz. Me metí con él y se quedó extasiado, plácido, relajado y muy quieto dejando que el agua caliente le exorcizara todos sus males del cuerpo. A las cuatro y media lo saqué y lo empiyamé de una vez para que no perdiera el calorcito. Y parece que la terapia funcionó, porque su respiración mejoró notoriamente y los "momos" que es como le dice a los mocos, salieron por borbotones despejando sus vías respiratorias.

Después de su terapia de agua caliente se sentó en su sillón favorito a ver Zoo Moo mientras los demás jugaban cartas. Supe que había recuperado en parte el ánimo cuando empezó a hacer desorden con todo lo que encontró. Regó las fichas del dominó, los libros de la biblioteca y los lápices de colores que mi mamá le tiene para que pinte. Sin embargo, tampoco comió muy bien. Sigue sin el apetito voraz que tiene siempre, pero espero que mañana esté mejor. El malestar de la gripa inhibe las ganas de comer.

Cuando Pipe ve más personas en el lugar en donde está, la dormida por la noche es una tarea titánica. Se activa, quiere saber qué está haciendo todo el mundo y le dan ganas de jugar con los visitantes. Tuve que usar la técnica del paseo en hombro para que lo fuera derrotando el sueño. Finalmente a las siete y media de la noche logré que conciliara el sueño. Hoy volvimos a probar con la colchoneta en el cuarto de mi mamá rodeada de cojines para ver si él y yo pasamos mejor noche. Disfruto mucho estos días enteros con el pequeño Felipe, pero quisiera estar más despierto y tener más energía para llevarle el ritmo. Hoy yo estuve somnoliento y él decaído. Sin embargo, pasamos un día lindo y tranquilo.

Está culminando el último puente de la seguidilla que nos traen estos meses festivos y folclóricos. Vienen semanas completas y poco a poco se acerca el día del reencuentro. El pabilo se va quemando y empiezo a comprender el significado de la palabra "despabilar". No sé si estén relacionadas o no, pero creo que quedarse mirando la llama mientras la vela se consume, no es la mejor manera de aprovechar la luz.

Muchas gracias por leerme. Mañana nos vemos otra vez. Feliz noche.


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