martes, 30 de mayo de 2017

Día 0. Mayo 30.


Sí. Siempre hay un cero antes del uno. Eso lo aprendí mejor en Buenos Aires en donde el piso que nosotros llamamos "el 1" para ellos es "el 0". Y tienen razón. El primer peldaño de una escalera no existe sin el piso. Por eso a este le he llamado el día 0. El día en el que se fue Ángela. Partió hace unas horas y desde ese momento empezó a correr el reloj en retroceso que nos llevará al reencuentro.

Creo que esto va a ser más difícil de lo que imaginé. En este momento me pesan los dedos, los párpados y aún mi garganta tiene espasmos de sollozo. Escribo con los rezagos de mis lágrimas que jamás pensé que fueran tantas. Soy un tipo llorón, que padeció con sus entrañas cada capítulo de José Miel, pero procuro contenerme en los momentos críticos. Pero hoy no pude.

Llevamos al pequeño Felipe al jardín infantil en la mañana, como todas las mañanas. Él ya no resentía nuestra ausencia y se quedaba tranquilo, con la certeza de que en la tarde seríamos otra vez su espacio y su tiempo. Pero hoy fue distinto. Como presintiendo algo, se quedó llorando después de aferrarse como un koala al cuello de su mamá. Con el amor infinito de la vocación de sus profes lo logramos soltar y se entretuvo con alguna galleta mientras nos íbamos. Fue un día tenso, en donde el tiempo corre rápido y mirar el reloj es cruel, porque va directo sin contemplaciones hacia la despedida.

Mi suegro llegó desde la Mesa Cundinamarca para despedirse y fuimos con él a sacar al pequeño Felipe del jardín infantil a la una de la tarde. Fuimos a almorzar al centro comercial. El bebé estuvo especialmente tranquilo y contento. Ángela compró la maleta reglamentaria para llevar en cabina y regresamos a casa para continuar con el alistamiento de última hora en el que siempre queda algo pendiente. Llegaron mis cuñadas y los primos de Pipe. Con ellos se entretuvo y de a poco se fue disipando esa sensación de que algo estaba pasando. Porque él sabía que algo estaba pasando. Desde hace días lo sabe.

Llegó el momento de la despedida. No sé cómo decribirlo ahora. Pero sí sé que hoy noté lo difíciles que son las despedidas. Lo fue para mí, que llevo preparándola desde hace meses como algo inevitable, pero me rompió el alma ver al pequeño Felipe confirmando el temor que había venido cuajando durante todo el día. No quiero ser extenso porque no quiero ponerme mal otra vez. Solo les diré que el pequeño Felipe se quedó pegado a la puerta llamando a su mamá. Yo solo atiné a abrazarlo fuerte tratando de que no me viera la cara empapada en lágrimas. Lo solté después de un rato y se tiró en un pequeño tapete como con un halo de resignación a sollozar la palabra mamá unas cuántas veces más. Yo me rehice y me fui a hacerle la comida. Le puse sal y todo el amor que pude. Lo cargué de nuevo y lo senté frente al televisor para ver "la colmena feliz" que es un programa que dan en el mejor canal para niños que existe en el mundo "zoo moo". Es de animalitos. Qué mejor forma de enseñarle a los niños a ser buenas personas que usando animales. Simplemente genial.

Empezó a cantar la canción de introducción de la colmena feliz y la sonrisa volvió a su cara. Y a la mía. Mi mamá llegó al rato. Mi mamá, ese bálsamo que cura todas las tristezas. Llegó un poco angustiada. Ella siempre ha sabido que al pequeño Felipe le va a dar muy duro la ausencia de la mamá y allí estuvo dándonos ánimo como solo ella puede, haciéndome saber que allí está como siempre. Mi mamá ha sido la base de mi vida, las vigas de mi existencia, el soporte de mis penas. Gracias a Dios por mi mamá.

Bueno, Felipe se quedó dormido y antes de eso una vez más evocó a su mamá. Pero se conformó conmigo. Creo que así se nos pasarán los días. Él añorando a su mamá y conformándose conmigo. Espero que siga siendo así. Nunca me he propuesto llenar el vacío de Ángela. Solo quiero que sepa que ese espacio seguirá allí hasta que nos volvamos a ver en un día menos, en este cero sin el uno. El uno vendrá mañana con una nueva historia.

Gracias a los lectores por seguir esta historia. Hoy me costaron las palabras. Todavía tengo algún llanto atravesado y tuve que revolver el poco de inspiración que tengo que se me fue con el abrazo que le di a Ángela en la puerta. Mañana les contaré cómo nos sigue yendo. Quizás vengan las reflexiones y alguna otra cuestión.

Feliz noche. Empezó esta historia.

4 comentarios:

  1. Se nota que escribes con el corazón, mi hermano felipe mucha suerte en tu historia y mucha fortaleza en la ausencia de tu esposa, definitivamente la mujer es el centro de la familia. Ojala recopiles este diario y al final lo publiques, te auguro muchos exitos en la publicación y regresarle a muchos el amor por la lectura, pues hoy en dia casi nadie escribe para todos.

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    1. Arley hombre, muchas gracias por sus palabras y por las buenas vibras para afrontar esta situación. Es difícil pero son muchos los aprendizajes y al final será grande la recompensa. Muchas gracias también por los buenos augurios. Esta historia se irá construyendo día a día. Espero mantener la constancia. Un abrazo fuerte.

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  2. Los que vivimos fuera sabemos cuan duras son las despedidas, nunca te acostumbras pero a vuestro favor existe la juventud y la certeza (confiando en la Voluntad Suprema) que los días corren y el reencuentro se acerca inexorablemente. Sé poco de niños pero supongo que con ese amoroso padre y la colaboración de familia y amigos le harán llevadera la ausencia de la mamita a Pipe durante estos meses. Animo Andrés, todo sacrificio genera grandes resultados, ánimo.

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    1. Giovanni, muchas gracias por sus palabras de aliento y sobre todo por seguir esta historia que se construye cada día. Quizás no sabe mucho de niños pero sabe de bondad, de generosidad y de buenas intenciones que son la base de los valores humanos que compartimos. Muchas gracias de verdad. Estoy haciendo la tarea con todo el compromiso y espero una mano celestial para que todo salga bien. Un abrazo fuerte y gracias por comentar.

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