lunes, 10 de julio de 2017

Día 41. Julio 10. Faltan 87 días.


Otra noche mala para mí y buena para el pequeño Felipe. Mi tos no dio tregua y el malestar se alborotó con fiebre en la madrugada. En contraste y por fortuna, el pequeño Felipe durmió toda la noche y pasadas las siete de la mañana tuve que hacer bulla en su cuarto para que se fuera despertando y así alistarnos para asistir al jardín. Se despertó con una sonrisa y pidiendo tetero. Yo lo atendí a media máquina, tratando de hacerle buena cara y que no notara mi malestar, porque cuando él nota que estoy enfermo, también se preocupa.

En el desayuno estuvimos hablando con Ángela y Pipe estuvo contento conversando y haciéndole muecas a su mamá. Ya tiene una relación más amistosa con el Skype y entiende que es un medio de comunicación un poco frío, pero al menos puede ver, escuchar y mantener vigente a su mamá en cada mañana hasta que por fin nos volvamos a encontrar.

La mañana transcurrió sin mayor novedad. Dejé a Pipe en el jardín y lo entré rápido porque estaba cayendo una llovizna menuda, de esas que creemos que no mojan, entonces nos lavan disimuladamente.

Yo regresé a la casa a tratar de recuperarme. Tenía la intención de salir hoy para hacer mercado y algunas diligencias, pero el cuerpo no me daba. La fiebre y el malestar seguían y esa tos maldita, seca y carrasposa no me dejó en paz. Entonces aproveché el día en casa para lavarle la ropa a Pipe y para organizar algunos documentos. En la tarde estuve hablando con Ángela. Ella está preparando todo para nuestra llegada con un gran amor y con gran expectativa por lo que será este experiencia para el pequeño Felipe, cuando va a vivir tantas cosas justo en esa época de la que no tenemos memoria.

A las cinco de la tarde recogí a Pipe y lo encontré animado. El reporte de la profe fue de normalidad, de tranquilidad y la directora me contó que está supremamente vivaz. Ha estado contento, el jardín le permite ocupar su tiempo de manera divertida y también compartir con niños de su edad, que hablan un idioma comprensible solo para ellos con el que se entienden perfectamente.

La tarde transcurrió con normalidad. Yo me sentí un poco mejor y así pude atender al pequeño Felipe con todo el empeño. Cenó bien, lo empiyamé y como todas estas noches, se durmió sin mayor resistencia. Esta noche llegó el "nanu" con la novia, porque nos van a acompañar mañana todo el día.

Los días pasan y se van deshojando como la margarita, aún hay muchas cosas que hacer acá pero ya el alma se va fugando, las ilusiones van volando y el futuro para el pequeño Felipe se va pintando de colores en diferentes idiomas. Muchas gracias por estar otra vez acá leyendo esta historia. Feliz noche para ustedes.


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